Hermosa dama,
te ofrezco esta rosa,
mientras tu cara se sonroja,
como la belleza de una mariposa.
Pocos caballeros hay hoy en día,
haciendo compañía,
a esta maravilla de chica.
Permitirme ser vuestra mitad,
no os falta sinceridad,
ni tampoco humildad.
Oh dulce dulcinea,
el corazón se me incendia,
cada vez que te veía.
Dama dulcinea,
Sois la persona que me enamora,
la única a la que podría darle mi amor cada hora,
la dama que saco a mi corazón de la sombra.
Mas usted lo ilumino con su sonrisa.
con esa bella risa.
Autor: David Navarro
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