Aquí estoy sentada en tu tierra,
bañada con agua marinera,
en esta nublada niebla.
No se ven tus olas,
pero si te escucho a solas.
Mis oídos,
se funden con tus sonidos.
Sienten tu furia,
rompiendo contra la dura roca.
En este páramo yermo y desolado,
habitas tu,
entre un barco varado,
y tu bello azulón.
La calma vuelve,
cuando el sol aparece,
sin antes verte,
y de nuevo poder mirarte.
Autor: David Navarro
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