Hay días en los que no aparece,
se encuentra encerrada sutilmente,
entre los barrotes de mis dientes.
Un mal día le castiga,
sin salir hacia la vista.
Un buen día,
rompe los barrotes de sus orillas,
desemboca en la sonrisa.
A veces fuerzo su entrada,
para no preocupar a los que me agradan,
cuestión de humildad ciudadana.
No es lo mejor una sonrisa falsa,
al final te delatan tus propias armas.
Si necesitas un arma,
desenfundarla cada día,
no dejes de usarla todos tus días.
Autor: David Navarro
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