sábado, 21 de noviembre de 2015

Armas de mujer





Dulce roce de tu piel, 
me cautivas como la suave miel,
este corazón te es fiel,
mas no lo cambiaría por aguamiel.
Como el viento acaricias,
como el viento susurras,
como el viento escuchas.
Anhelo tu contacto,
desenfunda tu artefacto,
mientras estoy estupefacto,
de ese aroma que me causa un gran impacto.
Que mejor alma que tu seducción,
esas piernas provocan adicción,
unos ojos con verdadera pasión.
Pierdo la cabeza,
secuaz de tu belleza,
de esta bella maestra.
No necesita ninguna pistola,
para defenderse de la historia,
ella la escribe por si sola.

Autor: David Navarro




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